sábado, 30 de agosto de 2008

¿por qué me gustan los cerezos?




Y después de hincharme a llorar pasemos a otras cosas...
... ¿por qué me gustan los cerezos? Desde pequeño también me encantan las flores. El olor, el color, su delicadeza, el cómo puede llegar a aparecer algo así de los vegetales,... Y los cerezos además producen una de las frutas que más me gustan... Y están profusamente llenos de flores cuando florecen, y lo hacen anunciando que santa primavera ya está aquí. Me embriaga la primavera -pero eso para otra entrada-.
Además España, que tanto me gusta, es tierra de cerezos, por ahora... Y luego está Japón, y ya os contaré de Japón... Pero los cerezos son únicos. En el Jerte, el del parque Maruyama o en el Jardín de mi madre. Esos cinco pétalos que se abren a millones para indicarnos que la vida que creíamos que se había ido, ha vuelto -soy un poco cursi, se me pegó algo en Francia que también me encanta-. Todos esos árboles al unisono con la misma nota... Todo como aviso: la vida pasa, ¡¡¡rápido!!! sal y vívela.
Y después de todo una imagen vale más que mil palabras, ¿...o no?





¿por qué el nombre blogdemanolín?

Siempre he recordado, desde muy pequeño, como me llamaban mis seres queridos, en especial mi padre. Ahora que tengo 40 años acabados de cumplir, todavía resuena en mi cabeza el eco de aquel diminutivo. Mi padre que ya no está, y al que va dedicada esta primera entrada, lo utilizaba frecuentemente. Poco antes de dejarnos lo seguía haciendo.
He utilizado esta fotografía de la corteza de un Pino blanco japonés, tomada en Kyoto, en el mes de abril pasado, que ilustrará la banda izquierda del blog. Los Pinos para los japoneses significan la longevidad y la vida eterna. Esa foto, la tomé un dos de abril solo en el parque del Palacio Imperial de Kyoto. Eran las séis y media de la mañana y estaba amaneciendo, el perezoso de Eduardo no estaba conmigo. En algún lugar de mi corazón ese día pensé en mi padre, y me emocioné. Hoy también pienso en él y me emociono. Imagino que seguirá siendo así el resto de mi vida. Me sirve de terapia. Me permite agradecer eternamente a mí padre el que yo esté escribiendo ésto aquí hoy. Gracias papá. Dónde estés sabenos muy tuyos. Esta historia del siglo XXI va en tu honor.
Un abrazo infinito -como solía decir mi amiga Irene-
Manuel Segura